Existen
sentimientos instantáneos que pueden filtrarse en las historias más
inverosímiles. Tener relación con esos deplorables resquemores sociales, puede
derribar el ímpetu literario del más avispados de los escritores. Este no fue
el caso del proceso de elaboración de “Seduciendo Demonios”. Tal vez la
explicación más inmediata sea ese contacto directo con una literatura sencilla,
aclimatada con los sabores de hoy y con una carga de erotismo inusual para
muchos, pero alimento imprescindible para otros.
Meterse en la epidermis de Alejandro y Sandra es darle rienda
suelta a una lujuria sin reparos, quienes deambulan en el umbral de la
polémica, aunque con el innegable derecho de desbocar sin frenos sus ansias más
controversiales.
Este es un libro sin pretensiones de cambiar el devenir de
nuestras vidas o provocar la ebullición de nuestra sensualidad más recóndita.
Sólo busca un punto de inflexión en nuestra imaginación y desmenuzar los
futuros ímpetus, con la clara efervescencia de los sentimientos más profundos.
La pasión yergue sobre sus páginas. Sus relatos son
imprescindibles para los amantes de la literatura libidinosa, intuitiva y
carnal, como bálsamo afrodisíaco a nuestros más secretos deseos. Cada pieza
tiene su propia nomenclatura sexual. Nos rellena con caricias contemporáneas y
parodias fecundas e inconscientes. Descuaja de su propia capacidad de síntesis,
lo soñado por nuestros instintos más perversos y a la vez más sublimes.
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